Maestra de Educación Infantil y Escritora
“Mamá, papá, tenemos deberes”
¿Cuántas veces hemos escuchado como padres la frase “mamá, papá, me tenéis que ayudar con una tarea”? Es una de las más temidas hoy en día cuando nuestros hijos comienzan su etapa escolar. Y algunas de las respuestas más habituales son “pero ¿quién va al colegio, los hijos o los padres?” o “nosotros ya pasamos nuestra etapa de colegio, ¿por qué los profesores se empeñan en ponernos deberes ahora?”. Pues, aunque no lo creamos, tiene una explicación.
A los profesores les da igual si los padres sabemos o no hacer las tareas que demandan a los alumnos, la finalidad de estos deberes que, como padres debemos realizar con ellos, es otra.
Un pensamiento muy extendido es que, la educación, una vez superada la barrera de los tres años, es exclusivamente tarea de los docentes que “para algo van al colegio”. Este comentario es recurrente en los famosos grupos de padres. Sin embargo, ¿nos paramos a recapacitar en lo que pueden pensar nuestros hijos ante esa pasividad repentina por nuestra parte?
Cuando se habla sobre la relación que deben tener los padres con el colegio, el primer pensamiento va directo a las reuniones y tutorías entre padres y profesores. Sin embargo, este concepto va mucho más allá.
Además de padres, maestros
Desde su nacimiento, los niños y niñas pasan veinticuatro horas al día con sus progenitores, quienes se encargan de enseñarles todo cuanto van adquiriendo esos primeros meses de vida; estarán presentes cuando aprendan a comer, a gatear, a dar sus primeros pasos, a jugar, a decir sus primeras palabras. Serán los guías de todos esos procesos que van desarrollando y formándolos para la vida en sociedad. Ahora bien, ¿por qué dejar de hacer todo esto de golpe solo porque haya otra persona que se sume a su educación?
Tomando un ejemplo muy extendido en las relaciones entre padres e hijos: leer un cuento. Desde que son muy pequeños, son muchas las ocasiones en las que los padres utilizan el recurso de la lectura para afianzar lazos con los hijos. En el momento que los pequeños comienzan su etapa escolar, no nos planteamos la posibilidad de poner fin a esta rutina; seguimos leyendo cuentos con ellos sin pararnos a pensar que ya leen cuentos en horario lectivo, ¿verdad? Pues bien, deberíais saber que, sin que nadie nos lo imponga, con esa actividad ya estamos formando parte de la educación de nuestros hijos.
Es un tiempo de calidad que se comparte con los pequeños y, a su vez, estamos formando parte activa de su educación pues, a leer, se aprende leyendo.
Durante las horas que los niños y niñas son alumnos, los docentes se encargan de ofrecerles unas pautas para comenzar a leer, siguiendo con el ejemplo anterior. Obviamente, con esas pautas y con la ayuda exclusiva del profesor o profesora, los niños aprenderán a realizar esta tarea, pero es muy probable que lo hagan con menos gusto que aquellos que refuerzan esos conocimientos compartiendo esta actividad con sus padres. No hay nada que más le guste a un niño que pasar tiempo con mamá o papá.
La relación de los padres con el colegio
Muchas veces, cuando se habla sobre la relación que deben tener los padres con el colegio, el primer pensamiento va directo a las reuniones y tutorías entre padres y profesores. Sin embargo, este concepto va mucho más allá.
Evidentemente, estos encuentros son fundamentales y son muchas sus ventajas tanto para los alumnos como para padres y profesores:
- Mejoran el rendimiento académico: Su no existencia es una clara muestra de desinterés por parte de los padres hacia la educación de sus hijos, llegando estos a pensar que, lo mismo da esforzarse o no hacerlo, sacar buenas o malas notas…, si nadie se va a interesar por ello.
- Ayudan a mejorar el comportamiento en el aula: El hecho de saber que en cualquier momento el docente puede informar del comportamiento de los alumnos a sus padres, puede ayudar a que los pequeños adopten una actitud más positiva. Aunque, en muchos casos, se utiliza erróneamente como amenaza, sin darnos cuenta de que, los niños viven el presente. Es mucho más efectivo un refuerzo positivo al finalizar la reunión que una amenaza previa del tipo “sabes que tu profesor/a me dirá cómo te portas…”
- Detección de posibles problemas: Mantener el contacto de forma periódica puede ayudar a resolver conflictos de forma precoz, encontrando una explicación a posibles comportamientos inadecuados y buscando solución inmediata.
- Ofrece tranquilidad tanto a padres como a tutores: En el caso de los primeros, saber cómo son los profesores que se encargan de la educación de sus hijos, genera seguridad. En el segundo, tener la certeza de que los padres están implicados en la educación de los alumnos, ofrece la tranquilidad de saber que no están solos en el proceso.
Es mucho más efectivo “mostrar” que “decir”. Si observan que papá y mamá muestran interés por todo lo relacionado con el colegio, ellos también manifestarán un mayor interés.
Claves para mejorar la relación familia-escuela
Nadie dice que, para formar parte de la educación de los hijos, sea necesario convertirse en uno más dentro del centro escolar, no es necesario, ni mucho menos. El único requisito es sacar tiempo para hacerlo. Con el ritmo de vida que llevamos, esto puede parecer un muro inquebrantable, sin embargo, si nos lo proponemos, es posible:
- Ofrecerse voluntario para ir de acompañante en alguna excursión.
- Acudir a festivales en los que nuestros hijos participen.
- Formar parte de las actividades que los profesores propongan para desarrollar dentro del aula.
- Ayudar en las tareas propuestas para realizar en casa.
Y sobre este último punto, debo añadir un matiz: nunca debemos quejarnos delante de nuestros hijos, hay que dar ejemplo. No obstante, sé que es el momento en el que, el grupo de padres del móvil comienza a echar humo con comentarios del tipo “ya tenemos deberes para el fin de semana” o “como si no tuviésemos nada mejor que hacer”.
Y la pregunta es: ¿tenemos algo mejor que hacer que pasar tiempo con nuestros hijos?
Beneficios de la colaboración
Especialmente en las etapas más tempranas, los niños y niñas sienten verdadera admiración por sus padres. No es raro ver a un niño o una niña vestido con la ropa de papá o mamá, imitando sus gestos o jugando a ser ellos.
Cuando estos pequeños comienzan su etapa educativa, pasan gran parte de su día en el centro escolar y si, además, los padres trabajan, el tiempo que comparten se ve mermado a la enésima potencia para ellos. La devoción de la que se habla más arriba no disminuye y por ello, lo que sucede es que aumentan las ganas de pasar más tiempo juntos.
Aquí es donde llega nuestro turno como padres. El hecho de participar en su educación va a generar:
- Motivación: Que los padres se impliquen en la educación de sus hijos, va a provocar como respuesta el gusto de los pequeños por mantener esa actividad que los une.
- Implicación: Es mucho más efectivo “mostrar” que “decir”. Si observan que papá y mamá muestran interés por todo lo relacionado con el colegio, ellos también manifestarán un mayor interés y, por consiguiente, estarán más implicados.
- Seguridad y confianza: Salir del colegio y poder compartir lo que han aprendido, contar con alguien que los ayude con las tareas y con quien afianzar los conocimientos, va a generar una sensación de seguridad para enfrentarse a nuevos aprendizajes. Cuentan con un respaldo conocido y de confianza.
- Éxito escolar: Todo lo mencionado anteriormente va a propiciar unos mejores resultados académicos.
Emplear ese poco tiempo que podemos rascarle a las veinticuatro horas que tiene un día en pasarlo con nuestros hijos es fundamental, especialmente si les demostramos que nos importa lo que hacen durante las horas en las que no estamos juntos.